viernes, abril 20, 2007

Pequeña reflexión del día (20/4/7)


¿Qué pregunta responde Otelo o Hamlet?

Al hablar de la funciones de la literatura en la sociedad hay algo que queda claro a pesar que ciertos estetas se siguen rasgando las vestiduras: la literatura no ha tenido ni tendrá un gran impacto social por si misma. No se ha escrito aún la novela que es leida másivamente y como resultado salimos todos a la calle a abrazarnos repletos de amor fraternal. No quiere decir que la literatura sea inutil. Creo que la cuestión es que por un lado, la literatura opera de forma individual al ser una actividad solitaria, agresivamente solitaria. Y por otro, que lo que entrega la literatura (o más bien lo poético) no son "respuestas", sino intuiciones. Y así de la misma forma que un sentimiento funciona como un sustrato donde germina la emoción (como el sentimiento Amor que facilita la emoción Alegría) la intuición es un sustrato donde germina la idea.

La gran intuición que veo en Shakespeare, es una cuestión muy lógica y muy simple pero de ninguna forma trivial. Es la intuición de que la pregunta es más facil que la respuesta. O sea, que el hecho de que un ser humano, cualquier ser humano, conciba una pregunta no garantiza de ninguna forma sostenible que esa pregunta pueda llegar a tener respuesta. Simplemente son dos operaciones distintas. ¿Por qué el cielo es azul? ¿Existe vida después de la muerte?, aunque hay preguntas mucho mejores que otras (más inteligentes), hacer una pregunta sin respuesta es una operación relativamente sencilla, se me ocurre esta en el momento: ¿Cuál es la mejor comida china existente para ordenar en un día de lluvia? ¿Puede alguien pensar que exista una respuesta "verdadera" alcanzable para el ser humano a esta pregunta?

Por eso veo las obras de Shakesperare agarrándolas desde cierto filón interpretativo, como una especie de cuestionarios magníficamente dispuestos, como una serie de preguntas que nos hacemos a nosotros mismos, en las que solo intervenimos nosotros y la obra.

Esta intuición no tendría tanta importancia sino fuera porque es precisamente el gran equívoco de la filosofía, y en general de una forma filosófica de ver la vida, ese de la perfecta correspondencia entre pregunta y respuesta, o para ponerlo en términos matemáticos, la correspondencia entre el dominio de las preguntas con el rango de las respuestas.